PONYO EN EL ACANTILADO

Ponyo sulla spiaggia, la última película animada de Hayao Miyazaki y producida por el estudio Ghibli, se estrenó en los cines italianos a partir del 20 de marzo.
El protagonista de la historia es un curioso pececito que decide un día ir a explorar el mundo terrestre, transportado por una medusa. Sin embargo, al quedar atrapada dentro de un frasco de vidrio, debido al mar contaminado por los desechos, es empujada por las corrientes en la orilla de un acantilado. Aquí Sosuke, un niño de cinco años que vive con su madre Risa en la cima del acantilado, al notarla, la rescata y la cuida, dándole un nombre: Ponyo. Inmediatamente surge una hermosa amistad entre los dos, sin embargo interrumpida por Fujimoto. Dado que este último es el padre del pececillo - además de un hechicero de las profundidades del mar - decide traerla de regreso a casa; solo para descubrir que Ponyo siente un gran afecto por Sosuke y que desea volver a él en forma de ser humano.

El hechicero intenta detenerla y al hacerlo la pone a dormir con un hechizo. El motivo de tanta hostilidad se remonta a un pasado lejano: hace mucho tiempo el propio Fujimoto era un hombre, pero optó por ceder la tierra por el mar, por su desprecio por los hombres (considerado egoísta pero sobre todo culpable de contaminación del agua). . Luego tomó como esposa a la Madre del Mar (Gran Mammare) y de su unión nacieron Ponyo y sus numerosas hermanas (todas peces de colores con rostro humano), quienes de hecho fueron salvaguardados de cualquier posible contacto con los hombres. En su pensamiento Fujimoto acariciaba un sueño: el de devolver al mundo a la era geológica del Cámbrico, aquella en la que todo estaba sumergido por las aguas, en el dominio exclusivo de los peces más antiguos. Ponyo, por otro lado, solo quiere abrazar a Sosuke nuevamente y vivir con él para siempre. Por eso, con la complicidad de sus hermanas, bebe una poción mágica que la transforma en una niña de cinco años, de temperamento vivaz y cabello pelirrojo despeinado, que aún no sabe que ha roto un delicado equilibrio, usando magia. .

Luego llega a Sosuke por encima de grandes olas en forma de pez y finalmente puede abrazarlo de nuevo. Mientras tanto, todo el pueblo es abrumado por un violento tsunami, por lo tanto sumergido por las aguas (con la excepción de la casa de Sosuke). Pero ninguno de los habitantes resulta herido, porque todos están protegidos por la magia de Great Mammare. Incluso si solo Sosuke realmente puede poner fin al gran desastre, superando una prueba de amor difícil pero extraordinaria: aceptar a Ponyo por lo que realmente es y amarla siempre.

A nivel técnico, Ponyo en el acantilado fue realizado por Miyazaki y colaboradores sin el apoyo de infografías: cada dibujo fue realizado a mano utilizando una técnica tradicional que utiliza tanto acuarela como lápices de colores. Este estilo es funcional a las atmósferas ingenuas e infantiles que distinguen las personalidades de los pequeños Ponyo y Sosuke.
Por otro lado, siguiendo el hilo de la trama, se comprende la importancia de los temas abordados, leitmotiv de todas las obras de Miyazaki: la amistad, la solidaridad, el respeto a los demás (ya sea un adulto, un niño o una persona mayor), popular. leyendas, amor por la naturaleza, contaminación, etc. Pero lo que más sorprende y fascina es la forma en que se tratan. La belleza de los personajes (así como de los dibujos) y la poesía encantadora son también en este último rasgo figuras esenciales, que se traducen en una armonía feliz e inimitable entre la tradición japonesa más antigua y el trasfondo occidental (la inspiración de la Sirenita de HC Andersen, así como el maravilloso mundo submarino de Buscando a Nemo). Y aunque Ponyo on the Cliff es una película de animación ideal para una audiencia de niños, sin embargo, sabe cómo fascinar, cautivar y asombrar a personas de todas las edades. Por eso es absolutamente imperdible. Informar la deliciosa y pegadiza canción final, dirigida a un público muy joven, escrita por Katsuya Kondo junto con el propio Hayao Miyazaki y con música de Joe Hisaishi.

por Helga Corpino

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